Sin haber dormido muy bien la noche anterior por los nervios, madrugábamos todos para encontrarnos en el aeropuerto a las 6 de la mañana. Una vez facturado el equipaje, embarcamos en el avión. Tuvimos que pactar con un empresario asiático, pero al final pudimos sentarnos todos juntos. El vuelo pasó entre revistas, canciones, y alguna que otra partida de cartas fallida. Hicimos buenas migas con una de las azafatas, que al final del vuelo nos deseó muy buena suerte en nuestro intercambio. Con esa esperanza fresca en el alma y una sonrisa en la cara nos encontraron nuestros alemanes, que nos estaban esperando. Acto seguido llegó el momento más temido de la llegada: la casi una hora de trayecto en coche con la familia hasta Linden, el pueblo donde nos alojamos. Al final, no fue tan malo como esperábamos e incluso lo pasamos bien hablando con nuestras familias respectivas. Despues de comer y deshacer el equipaje, fuimos hacia la bolera de Gißen, la ciudad mas cercana. Pasamos un muy buen rato conociendo a nuestros nuevos companeros e intentando derribar los bolos, algunos con mas éxito que otros. Seguidamente volvimos a las viviendas a comer algo. Mas tarde, despues de haber comido, fuimos todos, tanto alemanes como espanoles a comer un helado y a conocernos mejor en el pueblo. Realmenete el primer dia fue estupendo, pasamos un buen rato y entablamos lo que van a ser unas grandes amistades.
Paula Moyano y Paula Calbet
